Todo empezó con un encargo pequeño, de esos que no parecen gran cosa… hasta que lo grabas.
Era un detalle sencillo, pero tenía una historia enorme detrás. Mientras lo preparábamos, nos dimos cuenta de que no estábamos grabando solo un objeto: estábamos grabando una emoción.
Aquel primer regalo marcó el comienzo de Regalaser. No fue perfecto (ni falta que hizo), pero nos enseñó que cuando alguien te confía algo tan personal, lo mínimo que puedes hacer es ponerle corazón.
Desde entonces, cada grabado que sale del taller lleva un poco de esa misma energía: ilusión, respeto y muchas ganas de que el resultado arranque una sonrisa.
Han pasado muchos encargos desde aquel primero, pero seguimos con la misma sensación cada vez que el láser empieza a brillar sobre una nueva historia. ✨